Hernán Lacunza: “Sin equilibrio fiscal, en esta crisis volvería la inflación de tres dígitos”
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“Si se relaja la conducta del equilibrio fiscal, los riesgos de esta crisis serían superiores”, sostiene. “Lo escuchaba a Axel Kicillof esta semana: ponía en duda este punto. Pero sin eso, estamos hablando de volver a inflaciones de tres dígitos anuales”, plantea. “Si un plan económico es robusto sólo si se gana una elección, no sirve: ya lo vivimos”, advierte. “El riesgo no es sólo riesgo kuka. También hay inconsistencias del régimen macroeconómico”, alerta. “El dólar llegó al techo y encuentra el Banco Central sin reservas”, precisa. “Se tenía una visión muy romántica o muy dogmática, con esa idea de que si vamos a flotar, no hacen falta reservas”, desarrolla. “Es muy popular bajar el dólar porque la inflación baja más rápido, porque nos sentimos más ricos”, dice. “Cuando el salario en dólares se duplica en un año, hay que sospechar que hay algo mal porque la productividad no sube a ese ritmo”, señala. “La opinión de los inversores está convergiendo en esta idea: que después de las elecciones, hay un cambio de régimen”, anticipa. “Si ponés algún tipo de cepo, es brecha; si ponés tasa, afecta el consumo; si reservas, es riesgo país, y si pones tipo de cambio, es inflación. Todo tiene un costo. Si no tuviera un costo, se haría”, explica. “En el presupuesto 2026, el gasto público crece lo mismo que el PBI: no hay más motosierra. Y empieza a tallar más fino”, sigue. “La inflación de 2026 puede ser del 15 o 20 por ciento. Es hora del bisturí y ya no de la motosierra”, grafica. “El equilibrio fiscal es una meta operativa. Pone en una hoja de decisiones de administración pública un bien político superior, el acuerdo que tenemos como sociedad”, explica. “El Gobierno no construye consenso social, por eso el equilibrio fiscal está todo el tiempo desafiado. La Ley de Presupuesto hace operativo ese contrato social”, sigue. “El presupuesto de Milei es más realista que el de Massa”, afirma. “Tanto desde el punto de vista económico como político, estoy en lo que yo llamo “Pro disidente”, un Pro no acuerdista con el Gobierno libertario”, aclara. “Si el Gobierno pierde la elección, la salida es más desordenada. Pero si gana, no va a poder evitar el service, la sintonía fina porque algo tiene que cambiar”, concluye.
El respetado economista Hernán Lacunza estuvo en La Repregunta. Lacunza es director de Empiria Consultores. Fue el último ministro de Economía de la presidencia de Mauricio Macri y ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires en la gobernación de María Eugenia Vidal. Es un economista clave dentro de Pro.
La Argentina de Milei y crisis, ¿por dónde está la salida? Camino a octubre, ¿qué herramientas tiene el Gobierno? Manta corta vs. presupuesto 2026, ¿sigue la motosierra o llegó la hora del bisturí? Dólar en alza, ¿más inflación? Ancla fiscal, ¿amuleto anti inflación o no tanto? Kicillof y macro, ¿evoluciona o al contrario? “Pro disidente” y economía, ¿en qué se diferencian de Milei y Caputo? Lacunza hizo su análisis.
Aquí, la entrevista completa.
Presupuesto 2026. ¿Por qué es más “razonable” que el último de Massa?-El presidente Javier Milei presentó su presupuesto. Su consultora lo analizó muy en detalle. ¿Cuál es la Argentina que toma forma en ese presupuesto después de dos años de gestión del Gobierno?
-Primero, está la dimensión institucional. Presentar el proyecto de presupuesto en tiempo y forma implica una visión institucional que se podría dar por descontada en una república bien consolidada, pero no siempre ha pasado, así que hay que destacarlo. Hace dos años que no tenemos presupuesto. La administración pública está funcionando sin la llamada “ley de leyes”. Sin la ley madre de la administración pública, se da espacio a más discrecionalidad. Y lo hemos visto en estos últimos meses, y también la semana que pasó: surgen iniciativas legislativas, tema universidades, la discapacidad, las jubilaciones. Eso es por falta de presupuesto porque si hubiera una ley marco, no harían falta. Si se aprobara, este presupuesto vendría a terminar con esa dinámica medio anárquica, vendría a setear el escenario para 2026, que no es poco.
-Sin embargo, en su informe, usted plantea que el presupuesto es un poco o es muy “optimista”.
-Sí.
-¿No lo son todos los presupuestos que se presentan, que no se cumplen al año siguiente?
-Claro. Es muy difícil que un presupuesto presentado por un Ejecutivo no tenga un sesgo optimista, porque gobernar es generar expectativas. Ningún gobierno diría: vamos a tener una recesión. Eso es irrealista. El presupuesto presentado tiene un sesgo optimista, pero razonable. Tiene el crecimiento un poco exagerado, la inflación un poco más baja de lo que creo que va a ser. Indudablemente tiene un desvío muy significativo en el tipo de cambio esperado. Dice que a fin de año, dentro de un mes y medio, va a tener un tipo de cambio de 1423.
-¿Podría estar en la cabeza del Gobierno que con esta idea del mercado de cambios entre bandas, se pueda contener esos rebotes del dólar contra el techo? ¿Entonces, eventualmente, de acuerdo con esa lógica que plantea el Gobierno, el dólar podría bajar?
-Eso tiene probabilidad cero. El crecimiento podría ser esa o un poco más bajo; la inflación, podría ser ésa o un poco más alta, pero el tipo de cambio no va a ser ése.
-Nunca va a llegar al piso, como pretendía el Gobierno en su momento.
-No, porque además esa banda es móvil. Y además, estamos en un régimen de transición cambiario y monetario pre-electoral. Podríamos presumir que va a cambiar después de las elecciones para ir hacia algo más normal. Lo que sí no va a suceder es que el tipo de cambio sea de 1423 a fin de 2026. Poniéndome en esos zapatos, porque esto es más fácil decirlo por tele…
-Como consultor…
-Sí, es más fácil que estar sentado ahí. Si el Gobierno, el Ministerio de Economía, dijera que el tipo de cambio a fin de año va a ser algo más realista, invento, 1800, enseguida el mercado reaccionaría. En economías con alta nominalidad, o sea, con inflaciones todavía altas, con tipo de cambio que se mueve, hay una restricción de mercado que dice: no puedo sincerar todo. Con esas restricciones económicas y políticas, el presupuesto es una propuesta muy razonable. Dejame calificarlo así, muy razonable, puede setear el escenario, que es el objetivo del presupuesto. El fin del presupuesto no es que estén contentos el oficialismo, la oposición, el Congreso, los gobernadores. Lo más importante de un presupuesto es darle la señal al sector privado, que es el que mueve la economía, el que invierte, consume y ahorra. Es decirles: tomá tus decisiones de familia y empresas con estos parámetros de inflación esperada, de consumo esperado, de tipo de cambio, con las salvedades que acabamos de hacer, y a partir de ahí, decidí y poné en marcha tu motor al ritmo que vos decidas, pero con esta pista.
“Es muy popular bajar el dólar porque la inflación baja más rápido, porque nos sentimos más ricos”
-Es como una foto de las restricciones y de los techos que el Gobierno asume.
-No como una foto sino película, porque es dinámico: muestra qué ruta, en qué pavimento vamos a andar y a qué velocidad podemos ir.
-Por lo menos es lo que pretende lograr el Gobierno.
-Sí, lo que pretende el Gobierno. En otras épocas, el Gobierno pasado hacía un dibujo disparatado, entonces no servía para nada.
-¿Se refiere a Alberto Fernández
-Sí. Este presupuesto es bastante más razonable.
-Comparado con el último presupuesto de Massa, donde ni la proyección del dólar ni la de inflación se cumplió para nada al año siguiente, ¿esto no es ese dibujo?
-No. El presupuesto de Milei es más realista. Aquel de Massa realmente no servía para nada: tenía enfrente todo el terreno árido y te decía vamos a ir por autopista. Era mentira y nadie lo tomaba en cuenta. Éste es un parámetro. Después, podrá tener desvíos, la pista más ancha, algo de banquina, pero está bien. Pero lo que no resuelve, porque no lo podría resolver el presupuesto, no le pidamos a una máquina de cortar pasto que toque música, es la transición hacia ese escenario de 2026. Este momento que estamos viviendo hoy en día: es la transición cambiaria y financiera, la deuda, el riesgo país preelectoral y post electoral. Pero el presupuesto no está para resolver eso.
Milei vs. Congreso. ¿Se pudo haber prevenido la “anarquía legislativa”? Presupuesto, ¿herramienta política?-Si hubiera existido un presupuesto 2025 aprobado en el Congreso el año pasado, ¿la utilidad de tenerlo aprobado sería política, por ejemplo, contener estas demandas muy justificadas de emergencia universitaria, tema Garrahan y emergencia pediátrica o jubilaciones porque, por lo menos, habría un parámetro y un carril dentro del cual el Gobierno podría explicar sus decisiones? ¿De qué habría servido ese presupuesto 2025?
-Habría servido como argumento político. No sé si tanto como argumento legal porque una ley se modifica: puede haber un presupuesto y siempre puede venir un nuevo proyecto y modificarlo. Pero desde el punto de vista político, con un presupuesto aprobado, el Gobierno podría plantear: hay un presupuesto que aprobó el Congreso, entonces tiene un consenso de la mayoría legislativa.
-Es un argumento importante.
-Sí, permite decir: no me vengas a correr ahora los márgenes de la banquina porque ya lo acordamos; me inventás un gasto, ¿cómo lo vas a financiar? En el debate público que precede a cualquier modificación legislativa, tendría utilidad política.
-¿Habría prevenido lo que está sucediendo en el Congreso?
-Sí, porque habría dado un sendero. Y si alguien quiere cambio de sendero, lo tiene que explicar. Con presupuesto aprobado, no habría tanto margen político como para que venga cualquiera a decir: las universidades, tanto; las jubilaciones, tanto o la salud del Garrahan, tanto. Puede estar justificada o no, pero al no haber ese sendero preestablecido porque no hay presupuesto, y tampoco lo hubo en 2024, hay una libertad de iniciativa propia.
-Nadie siente la presión de su voto anterior porque no lo hubo.
-Sí, exactamente, y aun cuando no lo hubiera votado, una mayoría lo habría votado. Por eso hay una Cámara de Representantes.
2026. ¿Cuál es la Argentina que Milei tiene en la cabeza? ¿Se terminó la motosierra?-En relación a la Argentina que se delinea en ese presupuesto, en su informe, usted señala que en relación al resultado fiscal primario, el presupuesto fija 1,5 por ciento del PBI igual al de 2025, pero muy por debajo del 2,2 por ciento planteado en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¿Qué significa? ¿Que el Gobierno mileísta de la motosierra se encuentra por primera vez con un límite social a la motosierra y acusa recibo en el presupuesto?
-Sí. Fijate, Luciana, que el Gobierno hizo un ajuste fiscal, como todos sabemos, muy severo en 2024, sobre todo: 5 puntos del PBI. La verdad, muy severo. Era muy difícil a priori. Se hizo medio con motosierra, con hacha y con licuadora. Ya pasó. En 2025 más o menos, lo mantuvo. Y lo que está diciendo ahora es: no hay más de eso. El gasto público crece lo mismo que el PBI. No hay más recortes. Y empieza a tallar más fino: explicita, por ejemplo, que va a aumentar el gasto en salud, en educación y en jubilaciones si se verifica la inflación que prevé. Si no se verifica, tenemos que volver a hablar. Lo que no explicita es dónde están los recortes para que esos gastos se puedan hacer sin afectar el equilibrio fiscal. Pero en relación a tu pregunta, mantiene el equilibrio, el superávit primario, o sea, sin intereses, en 1,5 por ciento del PBI. No hay más motosierra.
-No está haciendo un esfuerzo adicional para cumplir con el 2,2 por ciento de superávit primario que había acordado con el FMI.
-Como bien señalás, el acuerdo con el Fondo Monetario fijaba 2,2 por ciento. ¿Y por qué dice 2,2? Porque en el acuerdo con el FMI está implícito que los intereses de deuda van creciendo. El Gobierno está haciendo una cosa medio polémica: subregistra algunos intereses porque los capitaliza al final. No me quiero poner demasiado técnico.
-Algunos dicen que en realidad hay déficit financiero. ¿Estoy entendiendo bien?
-Sí, estás entendiendo muy bien. Al fin y al cabo, lo que importa es que la deuda no crezca, porque si la deuda no crece, es más pagable. Después se puede registrar o no equilibrio, pero lo importante es que la deuda no crezca.
-¿Que la deuda no crezca o que el ratio deuda PBI no crezca?
-El ratio deuda PBI. Pero para eso tenés que tener superávit. Y si tenésque pagar cada vez más intereses… En el acuerdo con el FMI, el FMI le dice: en relación a los intereses, hay algunos que no están bien registrados, tenés que tener más superávit primario. Es como si una familia no estuviera pagando los intereses del préstamo hipotecario o de la tarjeta.
“El equilibrio fiscal es una meta operativa. Pone en una hoja de decisiones de administración pública un bien político superior, el acuerdo que tenemos como sociedad”
-Hay costos ocultos.
-Sí. Entonces, en los futuros períodos, esa familia tiene que ahorrar más porque en la cuenta de la tarjeta, los intereses van a venir y los del banco o del FMI, también, entonces tenés que tener un ahorro mayor. En el presupuesto, el Gobierno dice que va a tener el mismo superávit. Por ahora, el Fondo Monetario no se expresó públicamente, pero estamos reescribiendo lo que firmamos.
-De todas formas, en el presupuesto, el Gobierno promete un superávit financiero del 0,3 por ciento, muy poquito, pero ocultando esos intereses.
-Sí, ocultando esos intereses. Se van a ofender si digo “ocultando”. No es ilegal, pero están sub registrando o pateando el registro de los intereses.
¿Por qué sube el riesgo país? ¿Riesgo kuka o riesgo Toto?-En medio de este contexto que entrecruza la visión de la Argentina 2026 que plantea Milei a través del presupuesto, la crisis actual y la dificultad de atravesar esta crisis y llegar a 2026, el riesgo país superó largamente los 1.200 puntos. ¿Dónde está el problema? ¿Cuál es el análisis de los inversores, de los mercados, de la política, en relación al problema que enfrenta Milei? ¿Es un problema de visión del equipo económico o es un problema más político?
-Primero, quiero destacar lo cuidadoso que estoy siendo en el análisis. Viste que dije que en el Gobierno se van a ofender con ciertas palabras. No quiero caer en la discusión semántica, que me aburre. Yendo a tu pregunta, la dinámica de los últimos meses ha sido negativa para el Gobierno. Esperaban un riesgo país de 650, 700 y está arriba de 1.100. El riesgo país refleja las dudas sobre la posibilidad de pagar la deuda en tiempo y forma, el valor de los bonos. Y sobre esa evolución negativa, el Gobierno dice que es todo política: lo que llama, un poco irrespetuosamente con la oposición, el riesgo kuka. Hay un riesgo político, claro: si del otro lado hay una propuesta totalmente inconsistente, que plantea no pagar la deuda, que no vamos a pagar los intereses y vamos a desconocer el acuerdo con el Fondo, nadie le quiere prestar a un país donde esa posibilidad no sea cero. Pero no es nada más que eso. El Gobierno cometió un error táctico: decir que el riesgo corresponde todo a ese factor… y después pierde la elección de la Provincia de Buenos Aires. Entonces la probabilidad de eso es mayor, o sea, el Gobierno se pegó un tiro en el pie. Pero no era cierto, el riesgo no es sólo riesgo kuka. También hay inconsistencias del régimen macroeconómico. ¿A dónde voy? El dólar está en el techo de la banda y el Gobierno decía que iba a ir al piso. Y salió con todos sus predicadores no oficiales, no me refiero a los funcionarios a los que puede entender.
-Se refiere a voceros oficiosos.
-Sí, voceros oficiosos que salen a dar argumentos que estaban todos mal. Evidentemente, el dólar estaba atrasado. Y ahora se está sincerando, está en el techo. Por eso decía que el presupuesto no va a resolver esto: el dólar llegó al techo y encuentra el Banco Central sin reservas. ¿Por qué no se compraron reservas en la época de auge, que fue desde abril a junio? Porque se tenía una visión muy romántica o muy dogmática, con esa idea de que si vamos a flotar, no hacen falta reservas. Sabés lo que va a ser la adrenalina de esa montaña rusa de flotar si vamos a flotar sin reservas. Tenés que pagar la deuda en dólares. A este tipo de cambio, hay más demanda que oferta de dólares. O sea, el tipo de cambio bajo, artificialmente bajo porque no era cierto que el Gobierno no intervenía porque vende futuros. Además interviene con la palabra, con la expectativa, que es todo genuino.Pero no es cierto que el tipo de cambio es libre. Entonces, como todo precio, cuando lo ponés artificialmente bajo… Antes era con el crawling peg al 1 por ciento de deslizamiento. Es muy popular bajar el dólar.
-Es el control de precios que hubo en este Gobierno.
-Sí, obvio. Porque con el dólar bajo, la inflación baja más rápido, porque nos sentimos más ricos, entonces el salario en dólares pasó de 500 a 1000 y decimos qué bárbaro. Cuando el salario en dólares se duplica en un año, hay que sospechar que hay algo mal porque la productividad no sube a ese ritmo. Los problemas actuales no se incubaron la semana pasada; se incubaron en los últimos doce meses. Y ahora lo encuentra al Gobierno con un riesgo electoral genuino porque los programas económicos que sólo son viables si ganás la elección, no son democráticos. En democracia, vale ganar o perder. Si un plan es robusto sólo si se gana una elección, no sirve.
-Si descontás que ganás, tu plan económico tiene un problema, porque podés perder.
-Obvio. Ya pasó en 2019: no tengo que explicar eso. El Gobierno llega a esta situación con fragilidades financieras y cambiarias, con el tipo de cambio bajo, la llegada al techo y sin reserva porque no fue preventivo. A eso se le suma el ingrediente político democrático. Y se produce esta transición muy estresada, tanteando el techo, con una expectativa de tipo de cambio más alto, con una expectativa negativa y no de un analista sino del mercado, que somos todos. En el mercado del dólar futuro, los valores de los contratos que hoy se negocian están por arriba del techo de la banda después de octubre. La opinión de los inversores está convergiendo en esta idea: que después de las elecciones, hay un cambio de régimen.
-¿De régimen cambiario?
-De régimen cambiario.
-¿Quiere decir devaluación o qué quiere decir? ¿Liberación total del mercado cambiario?
-El Gobierno definirá cómo reacciona a eso. Primero, el Gobierno tiene que decidir qué hacer en esta transición de cinco o seis semanas que quedan hasta las elecciones de octubre. Podría decir: que se deslice el tipo de cambio, pero tiene costo inflacionario y de estabilidad. Si decide vender dólares, tiene costo de reservas: cómo pagar la deuda en enero.
-El acuerdo con el Fondo permite la venta de dólares llegado el techo.
-Nada de esto es ilegal.
-Todo sólo es legal sino que el acuerdo con el Fondo contempla esa posibilidad.
-Si. En la caja de herramientas, el Gobierno tiene cuatro herramientas. Que suba el dólar en riesgo, o sea, dejarlo que suba: tiene riesgo en el changuito de supermercado. Segundo, usar reservas: tiene el riesgo de ¿quién la va a pagar la deuda en dos meses? Tercero…
-Las tasas, y ya vimos lo que pasa.
-Sí, las tasas y el riesgo es menos crédito, menos consumo está en camino.
-Estancamiento económico, y tampoco frenó al dólar.
-Sí, a un determinado nivel, la tasa deja de ser efectiva porque ya no hay tasa que pague el riesgo. Cuarto, restricciones cambiarias tipo cepos, no como la que teníamos en marzo. El cepo no es una cuestión binaria, blanco o negro.
-Medidas como la del fin del rulo de hace una semana.
-Sí. El cepo se puede desgranar en cincuenta medidas distintas, algunas más o menos sofisticadas, que afectan a los ahorristas, a los importadores, pagadores de deuda, privados y públicos. Hay para hacer ahí. Pero nada de esto es deseable porque si pones algún tipo de cepo, es brecha; si ponés tasa, es consumo; si ponés reservas, es riesgo país, y si pones tipo de cambio, es inflación. Todo tiene un costo. Si no tuviera un costo, se haría. Ésa es la transición de acá a fin de octubre con la que está batallando el Gobierno para mantener este status quo lo mejor posible hasta final de 2025: bajo la presunción de que es todo riesgo kuka, para mí equivocada. Si el Gobierno pierde la elección, la salida es más desordenada. Pero si gana, no va a poder evitar el service, la sintonía fina porque algo tiene que cambiar.
Ancla fiscal. ¿El talismán para resistir las crisis o el principio de su límite?-En la cadena nacional en la que presentó el presupuesto, Milei volvió a plantear con absoluta convicción esa relación causal entre ajuste y equilibrio fiscal o superávit fiscal, no emisión y no endeudamiento para sostener un déficit fiscal. Uno de los argumentos del Gobierno es que el ancla fiscal, mantener el equilibrio o superávit es casi un talismán, un amuleto contra males que puedan acarrear los cimbronazos económicos: es una de las teorías del Gobierno. ¿Usted cree que, efectivamente, a pesar de toda esta crisis que está atravesando el Gobierno hasta octubre y eventualmente lo que venga después de octubre, tener un equilibrio fiscal es un buen escudo para soportarla? ¿Sin eso, sería peor?
-Sí, por supuesto. Si no hubiera o se relajara la conducta del equilibrio fiscal, los riesgos serían superiores. Hoy estamos hablando de riesgo de sintonía fina, movimientos cambiarios, algo de inflación transitoria, pero no estamos hablando ni de hiperinflación, ni de corralito, ni de devaluación brusca.
-Esos serían los riesgos si no existiera el equilibrio o superávit fiscal.
-Sí, exacto. La viga maestra del programa de estabilizaciónes el equilibrio fiscal. Sin eso, no hay nada. Lo escuchaba a Axel Kicillof esta semana: ponía en duda eso. Pero sin eso, estamos hablando de volver a inflaciones de tres dígitos anuales. Entonces, sí, la conducta de equilibrio fiscal es un activo económico muy importante. Y también un activo político porque lo encarna directamente el Presidente. A mí me tocó ser ministro de Economía tanto en mi gestión provincial como nacional, y tuve esa suerte. Tanto Mauricio (Macri) como María Eugenia (Vidal) tenían esa conducta fiscal. Eso facilita las cosas a un equipo económico porque no tiene que ir a lidiar con un Presidente o una autoridad política que quiere gastar más de lo que ingresa. Es un gran activo.
-Es un gran activo que acarrea efectos colaterales positivos.
-Todos.
-Ese convencimiento sigue operando porque se está instalando esta idea: que hay ajuste y bajó la inflación pero la Argentina no crece, está todo mal, crisis total. Usted plantea otra cosa.
-Sí, estoy diciendo que los riesgos son acotados porque está ese pilar. Ahora el Congreso lo desafía. Como no hay presupuesto, como hablábamos al principio, aprueba leyes que cuestan más de un punto del PBI. El Gobierno tiene razón: ¿cómo se va a pagar? Inventamos recursos…
Manta corta vs. equilibrio fiscal. ¿Llegó la hora de atender demandas sociales? Motosierra v bisturí-Ahí sigue una pregunta central, que tiene que ver con la pregunta de qué país se delinea en el presupuesto. El proceso de shock del ajuste y de ajuste sostenido tiene sus límites sociales. Los docentes universitarios ganan 30 por ciento menos respecto de diciembre de 2023 el Garrahan y la emergencia pediátrica, reclamos muy atendibles; los jubilados o discapacidad, también. El Gobierno puso algunos números en el presupuesto, que habrá que ver cómo funcionan efectivamente. Después de dos años de ajustes, ¿cuántos de los reclamos de una sociedad en relación a sectores sensibles que están muy rezagados deben ser atendidos, aun dentro una concepción macroeconómica que pone como eje central el equilibrio o el superávit fiscal?
-Gran, gran punto porque en definitiva, el equilibrio fiscal es una meta operativa. Pone en una hoja de decisiones de administración pública un bien político superior, que es el contrato social en el cual queremos vivir, el acuerdo que tenemos como sociedad. Es decir: qué queremos que haga el Estado, qué queremos que hagan los particulares. El Gobierno no construye ese consenso social. Entonces el equilibrio fiscal está todo el tiempo desafiado. La Ley de Presupuesto viene a hacer operativo ese acuerdo político, el contrato social. El presupuesto presentado quiere dejar claro que no se puede gastar más de lo que ingresa, o tenemos que tener un superávit de 1,5 puntos del PBI para pagar los intereses. Ahora, dentro del presupuesto, las partidas presupuestarias son decenas de miles. Está la Universidad de Buenos Aires, la de Córdoba, el Garrahan, la discapacidad… ¿Qué dice el Gobierno para 2026? El gasto en salud va a aumentar en términos reales, por arriba de la inflación en un 18 por ciento.
-Respecto de la inflación de 2026, del 10 por ciento.
-Sí, Salud va a aumentar un 18 por ciento por encima del 10 por ciento: entra todo el Ministerio de Salud, los programas y también el Garrahan. En educación, el aumento va a ser de 8 por ciento. Jubilaciones, 5 por ciento…
-El gasto jubilatorio pero no la percepción por cada jubilado.
-Sí, de acuerdo, pero si la cantidad de jubilados es la misma y no hay moratoria... Esto está sujeto a que la inflación de verdad sea de 10 por ciento porque si no, tenemos que volver a hablar.
-¿La inflación es la variable que el Gobierno confía más en controlar vía equilibrio fiscal?
-Sí, pero si hay una tensión cambiaria y hay un cambio de régimen, y el techo no es el techo, todo eso trae una inflación transitoria, un fogonazo inflacionario durante el verano o fin de año, que bueno, entonces cambia.
-En ese caso, hay que ir a otra teoría del Gobierno… Le faltó decir algo, adelante.
-En el presupuesto, el Gobierno dice qué va a aumentar. No dice bien qué va a bajar para que esto pueda aumentar sin poner en riesgo el equilibrio. El único indicio que se puede deducir del proyecto de presupuesto es que van a aumentar las tarifas porque dice que los subsidios van a bajar de 1 por ciento del PBI al 0,8 por ciento, no importa cuánto. No digo que sea un nuevo tarifazo, pero sí que la cobertura de tarifas del gasto en energía de las familias aumenta. ¿Qué tiene de bueno eso? Si se aprueba el presupuesto este año, el 15 de diciembre, porque no creo que se trate mucho antes por las elecciones, por el cambio en las Cámaras, el Gobierno va a tener más músculo político después del 15 de diciembre…
-Más allá de cómo le vaya, va a sumar legisladores.
-Aunque le vaya mal, va a sumar. El Gobierno tiene incentivos para pasar la discusión parlamentaria del presupuesto para después del 15 de diciembre. Ahí ya vamos a saber cuánto le toca al Garrahan. Se va a discutir en el Parlamento y va a salir con mayoría, aunque no con unanimidad, pero con mayoría.
-Usted está planteando que el achicamiento total del Estado que proponía el Gobierno empezó a encontrar un límite. Y el Gobierno lo está registrando.
-Sí. Siempre se dice el chamuyo de que las cuentas cierran con la gente adentro: es chamuyo porque la gente de afuera cuando las cuentas no cierran. Ahora, después, la decisión puede ser tener equilibrio fiscal sin obra pública. ¿Puede ser? Sí, dos años; más no porque después no podés andar por la ruta. ¿Podría tener equilibrio fiscal sin hospitales? Una semana. Cuando la inflación es de 200 por ciento, la discusión se diluye en esa confusión de que la inflación es de 200. Cuando la inflación es del 20 o 15 por ciento, como creo que puede ser en 2026, es hora del bisturí y ya no de la motosierra. El bisturí empieza a decir: más acá, menos acá.
Suba del dólar. ¿Puede pasar a precios y generar inflación? ¿El pass-through se frena o avanza?-Pass through: sube el dólar, suben los precios. Pero el gobierno de Milei, el ministro Caputo y distintos economistas plantean que el dólar es un precio más de la economía. Y que la teoría argentina de que es el dólar el que tira de los precios no se cumple. Efectivamente, no se ha cumplido en las últimas semanas: aumentó el dólar y los precios no acompañaron. ¿Qué piensas de eso?
-En los últimos dos o tres meses, aumentó el dólar cerca de un 20 por ciento, calculo, y los precios aumentaron 5 por ciento, o sea, el pass through, el traslado del dólar a precios ha sido menor que otras veces. Cuando lo hizo Massa en 2023, duró un mes y medio. Ahora van dos o tres meses y es bastante acotado. Bien, buena cosa. ¿A qué se debe? Primero, a que hay orden fiscal, entonces nadie está descontando que viene la maquinita de la emisión, preventivamente no hay que aumentar precios. Segundo, hay más apertura: cuando un empresario se quiera hacer el vivo aumentando los precios de los productos comercializables, viene un importador y le pone un techo. Son cosas sanas. Orden fiscal, competencia…
-Es decir, hay algo sistémico. No es que solamente el dólar, mágicamente, no traslada su precio a los precios.
-Tercera cosa. Mala fuente: el consumo está frío. Si el peluquero quiere cobrar 10 dólares el corte, y aumenta el dólar, se le vacía la peluquería. La economía está peor que estancada; ya está empezando a caer.
-Eso es un factor negativo.
-Sí, es transitorio aunque negativo. Ayuda a evitar el pass through. Dicho eso, el traslado ha sido menor pero no nos confiemos en que va a ser cero. Primero, porque no puede ser cero. Si es cero, algo funcionó mal porque se corrige el tipo de cambio para que los transables, los que son comercializables, suban sus precios frente a los servicios. Por ejemplo, para que tenga sentido en la industria.
-Deberían subir los precios.
-Sí, claro. Salvo que se dé la casualidad de que todos los precios a los que les toque subir se compensen con todos los que les toca bajar, que en realidad nunca bajan nominalmente, nunca es cero. Entonces, si es cero, no nos compremos que va a seguir porque es transitorio. Creo que va a haber un traslado inevitable a precios, aunque no del 100 por ciento en dos meses como cuando todo es un desorden. Pero tampoco será cero. En realidad el tipo de cambio, el precio del dólar es un precio más que no lo decide nadie más que la escasez o el mercado. ¿Qué quiero decir? Se suele escuchar que bueno, el tipo de cambio de equilibrio, que es una variable no observable muy difícil de determinar, tiene riesgo kuka: sí, porque tiene eso incorporado. Y siguen con que entonces es más alto… O que tiene el riesgo de que baje el precio de la soja. Sí, es más alto porque incluye ese riesgo. Pero tiene el beneficio de que podemos hacer reformas estructurales: en ese caso, sería más bajo. Pero no tenemos certeza de poder hacerlas porque depende del resultado electoral.
-Esos riesgos están incluidos en los precios, en el mercado: no son riesgos políticos que el Gobierno y el equipo económico puedan descartar.
-Obvio. Están incluidos en el valor del dólar. Y pretender que se puede fijar el valor del dólar con el crawl, antes, o con un deslizamiento es poner el carro delante de los caballos. Va a ser lo que tenga que ser. Al fin y al cabo, es la inversa de la competitividad. Si se hace la reforma estructural, mejora la infraestructura, se hace la reforma laboral, saco, ingreso bruto, ese tipo de cambio es más bajo y somos más ricos en dólares. Pero eso es una consecuencia; no una imposición.
Salario y crisis. ¿Inflación a la baja pero menos changuitos? ¿Por qué la gente duda del plan?-Usted señaló que una de las variables que influyen en que el dólar no se traslade a los precios es una variable negativa: el consumo ralentizado, depresión económica. Tengo esta duda: el INDEC del 13 de agosto dice que el índice de salarios se incrementó 3 por ciento mensual y 60 por ciento interanual. Según el INDEC, el salario acumula una suba de 20,7 por ciento con respecto a diciembre de 2024. Tuvo un crecimiento mensual de 1,7 por ciento en los salarios del sector privado registrado, de 1,3 en el sector público y de 8,9 en el sector privado no registrado. ¿Por qué está instalada la percepción y la vivencia de que el bolsillo no alcanza y está agujereado? ¿Por qué en la elección de la Provincia de Buenos Aires, la variable económica influyó cuando los salarios del sector no registrado aumentaron 8.9 por ciento?
-Esos números son estrictamente ciertos. Pero la información pública es suficientemente confusa. Por ejemplo, comparan con diciembre de 2024, a un año de asumido el Gobierno. Pero antes había caído más. Respecto a noviembre de 2023, el último del Gobierno anterior, hoy está más bajo. El salario hizo una raíz cuadrada: el poder adquisitivo cayó mucho, recuperó bastante bien hasta fines de 2024 y de ahí, se amecetó. Como la figurita de la raíz cuadrada de cuando fuimos al colegio: la V muy clara y después, chato.
-Eso explica la percepción de la gente de que su bolsillo se achicó.
-Sí. Y además, la recuperación quedó en un nivel más bajo que el punto de partida: 7 por ciento más abajo. ¿Qué estoy diciendo?
-Desde diciembre de 2023, en todo el recorrido hasta hoy, ¿hay un 7 por ciento promedio de caída del salario?
-Sí. Hace unos diez meses que el ingreso está planchadito. En el INDEC, el ingreso del sector privado registrado tiene unos seis meses de rezago: no sé porque el INDEC hace eso; limpiemos la información. Si hace casi dos años, una familia tipo compraba diez changuitos en el supermercado por mes con su ingreso, ahora compra 9.3 por el valor, 7 puntos menos. Y dentro del changuito también cambia la composición: compra menos changuito pero mete la misma cantidad de sachet de leche pero para compensar, mete menos botella de cerveza. Depende en qué sector estés, algunos está en cero, o sea, sigue con diez leches, diez lácteos y otro está menos 20. La crisis económica no es una sensación; es una realidad. También depende de en qué escala de ingreso estás. Si estás en el ingreso más bajo, tu ingreso ya no está 7 por ciento abajo sino 12 por ciento abajo. Estás mejor que hace un año pero está peor que hace dos años. Por eso las personas dicen: entonces el plan no funciona. En realidad, el plan de hace dos años era mentira porque era todo ficción, porque no pagábamos la luz y el gas. Teníamos más dinero disponible para ir al supermercado o al shopping, pero era mentira. El problema es que la gente no sabe que era mentira. Escucha sobre “el plan platita” y los subsidios…
-Pero empieza a decirse: pero podía comprar más.
-Sí. ¿Valora que el changuito del supermercado vale más o menos lo mismo? La inflación es de 2 por ciento mensual; es mucho mejor que antes cuando la inflación era de 10 por ciento mensual. ¿Entonces, valora la estabilidad? Sí, pero ahora compra nueve changuitos en lugar de diez. Y ve que su ingreso salarial no mejora, y que además hay más riesgo de desempleo porque la economía empezó ya no a estancarse sino a caer: este trimestre, la tasa está alta. Escucha que su primo perdió el laburo o las changas o las horas extras. Hay un cambio de la prioridad.
Axel Kicillof. ¿Evoluciona en lo macroeconómico o se equivoca en el diagnóstico? Déficit y dólar-Los indicadores no transparentan del todo la situación que vive la gente. Pero la gente está viviendo la situación real: entiendo. En distintos medios, Axel Kicillof volvió a plantear sus ideas económicas. En Clarín, dijo: “La inflación es un gran problema, pero abordarlo con las medidas del paquete económico de ajuste convencional genera como resultado esto que vemos hoy”. También dijo esto: “Trataron de sostener un dólar barato, los salarios reprimidos. Esto se hizo veinte veces en la Argentina”. Para Kicillof y para otros economistas del kirchnerismo, el problema es la falta de dólares, la deuda y la restricción externa.
-No sé ni por dónde empezar. No me gustan las falacias ad hominem, pero el que más atrasó el dólar fue Kicillof en 2015: dejó el cepo y el dólar oficial en 9 y el paralelo, en 16. Atrasar el dólar es muy popular porque nos hace más ricos en dólares. ¿El equilibrio fiscal es condición para la estabilidad? Sí. Kicillof contesta cualquier cosa. Sin eso, en el Gobierno anterior, la inflación terminó en 200 por ciento.
-¿Si no cuidás el equilibrio y toqueteás el mercado de tipo de cambio, igual vas a tener un problema?
-No hay maquinita de la felicidad: si tenés agujero fiscal financiado por emisión, va a haber inflación. Ahí el Gobierno tiene razón y lo tiene claro, a dios gracias. No hay ninguna discusión posible en ese punto, salvo en el kirchnerismo, que tiene una teoría monetaria extravagante. Segundo, el problema es la falta de dólares… Pero no, viejo: la restricción externa no es externa, es interna. Ahora dicen: va a estar Vaca Muerta en 2030, el litio, la minería, el offshore, el agro sin retención…
-La balanza energética positiva…
-Sí, exacto. Mirá, Luciana, podemos tener tres pampas húmedas, dos Vaca Muerta y tres Cordillera de los Andes de litio y cobre, y nunca va a alcanzar nada porque se va a ir todo en viajes y chucherías y si no generamos incentivos a que esos dólares se queden en el país… ¿A qué me refiero? A que salga el barco de petróleo de YPF o de cualquier empresa privada y esa empresa tenga los incentivos para usar los dólares para perforar otro pozo. Y lo mismo con la soja o el litio. Si no generamos incentivos, no va a alcanzar ninguna fuente de dólares porque la restricción no es externa. No faltan dólares porque hay una maldición divina que nos condena. No, la restricción es interna porque la mal llamada “fuga” se da porque generamos condiciones para que el que captura un dólar huya.
-O lo pone en el colchón.
-Es lo mismo: lo saca el sistema tanto si lo saca del país o va al colchón. Así nunca va alcanzar nada. No es una restricción externa. Estoy en las antípodas de ese diagnóstico.
“Pro disidente” y visión económica. ¿En qué se diferencian de Milei y Caputo?-Última pregunta. Usted es una figura muy relevante en términos políticos y central en términos económicos dentro de Pro. Hace unos meses, el expresidente Mauricio Macri le propuso al Gobierno hacer una mesa de diálogo que lo incluía a usted, entre otros. ¿Cuál es su lugar en Pro y cuál es su visión de la alianza de Pro con La Libertad Avanza y de lo que puede sumar en términos de visión económica?
-Tanto desde el punto de vista económico como político, estoy en lo que yo llamo “Pro disidente”, un Pro no acuerdista con el Gobierno libertario.
-Lo entiendo en términos políticos. Y en términos económicos, ¿por qué?
-En términos económicos, podemos estar de acuerdo con los tres vértices del triángulo de este esquema económico: economía abierta, equilibrio fiscal y que no existe la maquinita de la felicidad. Estoy de acuerdo con esos tres vértices. Esa plataforma es todo lo opuesto al triángulo kirchnerista que era: vivir con lo nuestro, la emisión no genera inflación y más Estado ante cualquier cosa. Estamos de este lado en relación a eso. Ahora, si atrasás es el tipo de cambio y vas acortando plazos de la deuda, que es lo que está pasando ahora, no estoy de acuerdo: lo que te trajo hasta acá no te lleva hasta allá. No es tan importante como el triángulo, pero tengo diferencias ahí. Desde el punto de vista político, Luciana, nos pasamos dos años reclamando institucionalidad y después, lo voy a decir como con lenguaje vulgar, ante la primera curva, nos subimos al bondi.
-¿Qué bondi sería?
-El de La Libertad Avanza, el del Gobierno. Estoy hablando desde Pro: no estoy de acuerdo. Se lo expresé al presidente Macri, lo hablé con María Eugenia. Es mi posición, no tienen por qué darme bola. Al país le conviene que haya una alternativa liberal que crea en este triángulo económico, pero con otra impronta institucional, que es muy importante. El tema de la justicia es muy importante, por ejemplo. No soy experto, pero no estoy de acuerdo con las iniciativas en materia de justicia. Y sin justicia… Te puedo asegurar que más que el RIGI, lo que miran los inversores es la Corte Suprema. Van a invertir por cuarenta años y se plantean: cuando este Gobierno no esté, ¿quién va a defender mis derechos de propiedad? Por eso creo que al país le conviene tener una alternativa liberalrepublicana que sirva para parecernos más a los vecinos de Latinoamérica, a Uruguay y Chile: pasa de Lacalle Pou a Orsi o de Bachelet a Piñera…
-Funcionan más como cambios marginales…
-Sí, no refundan la patria si cambia un gobierno. Boric no rompió el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Le sirve al país y al Gobierno. Confrontar con el riesgo kuka puede ser muy redituable en la táctica política de polarización de ahora, pero estratégicamente no sirve porque el inversor que tiene que invertir a cuarenta años dice “ché, ¿pero si la alternativa es Kicillof? Ahora, si la alternativa es el Pro, es otra cosa.